Vivimos en la era de la imagen, por decirlo así. Si el siglo XX estuvo en parte dominado por el cine y la televisión, en el siglo XXI a estos protagonistas se suman muchas más pantallas: el móvil, las tablets, los ordenadores, los smartwatch… Hoy en día las historias en vídeo son más relevantes que nunca. Y no solo para entretener, también para difundir mensajes y para vender. Es cierto que cualquiera puede grabar un vídeo y que sus herramientas están en el bolsillo, pero no todo el mundo tiene los conocimientos y los recursos para hacerlo bien.

Esto lo supo desde el primer momento uno de nuestros clientes: Panasonic. Querían construir un relato muy específico, con unas necesidades claras desde el inicio, para mostrar el vídeo en un contexto también acotado: las redes sociales. Era una campaña promocional de duración limitada, así que había que causar el mayor impacto posible en el menor tiempo posible.

Cuando el protagonista de un vídeo para redes es un chacharro 

El objetivo era mostrar a las personas profesionales de la peluquería y la barbería una máquina pensada específicamente para ellas: la cortadora Panasonic ER-GP84N Edición Gold. Es decir, la protagonista debía ser la máquina. ¿Cómo hacer que un vídeo transmita a través de un cacharro que no respira, no te puede mirar a los ojos y no puede decir nada? Fácil: Viendo la herramienta en funcionamiento y mostrando los detalles del resultado en barbería.

Teníamos la máquina, correcto. Ahora necesitábamos un set de rodaje. Y Panasonic quería conectar su cortadora de pelo con una de las barberías más punteras de España y de Europa y que está en Vigo: Shave the sailor. Erika Vera e Iván Rodríguez, sus propietarios tienen una imagen muy definida y esto le aportaría valor a la Panasonic.

La iluminación del set tenía que sacar partido del ambiente que ya existía en la barbería: tonos tierra, madera, texturas cálidas y sensación de un entorno confortable. Por otro lado había que usar varios primeros planos, para que la cortadora se viera de cerca, pero sin abusar del plano en estático, salvo para cerrar el vídeo. Hacía falta movilidad, dinamismo; en plano tenían que pasar cosas, sin agobiar al espectador pero sin permitir que se aburriera. O sea, movimientos de cámara con estabilizador, mezcla de velocidad rápida y lenta, zooms, movimientos sutiles… Además, tanto el entorno de la barbería como Erika e Iván  ayudaban a sacar partido de la estética vintage a partir de pequeños detalles.

El resultado nos encanta. Al cliente, también. Como decimos siempre: si quieres resultados tienes que invertir. El vídeo dura 35 segundos, pero hizo falta una jornada completa de curro de dos personas, más el tiempo dedicado a la edición, montaje y postproducción en general. No se trata únicamente de saber qué se va a contar —por suerte, en esta ocasión el cliente lo tenía clarísimo y eso nos facilitó mucho el trabajo—. Se trata de saber cómo hacerlo y hacerlo bien. Si quieres hacer algo como esto… ya sabes a quién llamar.