Fotos, móviles, cámaras y fotógrafos

FOTOS, MÓVILES, CÁMARAS Y FOTÓGRAFOS

La tecnología siempre ha ido de la mano con la fotografía. Hizo posible su existencia como disciplina en los primeros años y favorece su avance, cada día. Sin investigación e ingeniería (tecnología al fin y al cabo), los fotógrafos habríamos hecho otras cosas, a lo largo de los siglos, pero no habríamos capturado imágenes. Ten en cuenta que para que una fotografía fuera posible en los inicios hacía falta saber de teoría de la luz, de física, de química, de ingeniería y de otro montón de cosas.

Y desde hace unas décadas, también de informática. Con la revolución tecnológica de mediados del siglo XX a los fotógrafos nos ha venido Dios a ver, como aquel que dice. Harían falta cien entradas como esta para explicarte con detalle la cantidad de oportunidades que nos brinda, cómo nos facilita el trabajo y el salto adelante en resultados que han hecho posible la digitalización, los ordenadores y los nuevos equipos. Desde cámaras hasta dispositivos de iluminación, pasando por aplicaciones para revelar y demás.

LA CÁMARA SIEMPRE ENCIMA

Y, cuando pensabas que las cosas no podían mejorar, van los de los móviles y sacan al mercado unos cacharros con unas ópticas que te dan ganas de llorar, de lo buenas que son. Y con cada nuevo modelo, mejores cámaras en los teléfonos. Y aparecen las redes sociales, el postureo, el Instagram, los selfies, etc. Para un fotógrafo profesional, la locura; para un aficionado, un regalo de Navidad casi cada día.

No podemos estar más contentos del sitio al que hemos llegado, gracias a la tecnología, ni de lo que se nos viene encima en el futuro. Pero hay que reconocer que también tiene su parte negativa: que todo el mundo lleva la cámara encima todo el día. Y que, a fuerza de usar la cámara para todo… muchas personas se convencen de que hacer una foto de portada de revista está al alcance de cualquiera y que con el móvil, vale. Y también lo piensan muchas empresas y potenciales clientes.

Y mira, no. El móvil es una herramienta fantástica. Nosotros la usamos también, como protagonista (técnico) de algunos proyectos y también como apoyo para otras cosas. Se puede hasta hacer cine con el teléfono, fíjate. Pero eso no basta. Para que esa foto que te flipa y que a lo mejor hasta te emociona sea posible hace falta bastante más que un dispositivo magnífico.

LA CÁMARA NO HACE AL FOTÓGRAFO

No te equivoques: no se trata de que sustituyendo el móvil por una cámara grande el asunto cambie. Que hoy sea posible hacerse con una cámara de altas prestaciones sin tener que pedir una hipoteca también ha inoculado en la cabeza de las personas que determinada cámara «hace muy buenas fotos». Y que, con la cámara de tu amigo José Fernando de tres mil pavos puedes hacer ese reportaje que tu empresa necesita para ya mismo. Gratis.

La cámara es como cualquier otra máquina. Es como un coche, una fresadora, un tractor o un microscopio: se trata de una herramienta que hace determinadas cosas. Es el operador de cámara, o sea, el fotógrafo el que obtiene resultados con esa herramienta. Pero no por su cámara o sus años de experiencia (que efectivamente, influyen). Más bien por haber observado y analizado millones y millones de fotos de otras personas, por cientos o miles de horas de estudio, práctica, ensayo y error.

Además de saber usar una cámara, los fotógrafos profesionales sabemos de composición, de teoría de la imagen, de iluminación y de temperatura de color, de comunicación no verbal, teoría espacial y volumetría. Entre otras mil cosas. Y, de extra, contamos con una determinada sensibilidad. Los fotógrafos somos artistas, le pese a quien le pese. Y eso (por desgracia, que ya nos gustaría que fuera al revés) no está al alcance de todo el mundo.

Contratando los servicios de un profesional de la fotografía estás pagando para que un artista «fabrique» arte para ti. Lee esta frase otra vez, despacio, y dinos si no es una maravilla. Ahora, piensa si merece la pena la inversión o prefieres llamar a José Fernando. Tu imagen lo dice casi todo de ti, analiza el riesgo y recuerda que nuestra puerta siempre está abierta.